Durante el último semestre que estuve frente a grupo me
llamó la atención que mis alumnos de bachillerato utilizaban esas mucho esas siglas,
al principio no entendía por qué, al igual que tampoco sabía que significaba “hipster”
y demás cosas de las “nuevas generaciones”. Una vez, con una mezcla de
inocencia y orgullo, me explicaron que eran las siglas de “you only live once”
(iba a preguntar si tenía algo que ver con the strokes, pero se notaba que
quien me daba la amena explicación no tenía idea de quienes son ellos), y que
era como una manera de decir ¿Por qué no hacer “x” o “y” cosa, si solo vivimos
una vez? Bien podría ser el anglicismo equivalente a la frase de los mirreyes “equis,
somos chavos”, o una actualización del clásico de los 90´s de Mónica Naranjo.
Lo que me llamó aún la atención, fue que otro alumno presente, debo decir, uno
de los más brillantes, al menos en historia, dio una descripción desde otra
perspectiva: es como un pretexto para hacer pendejadas…
Creo que YOLO es el mejor ejemplo de cómo
opera nuestra psique (una forma elegante de llamarle al alma) en la actualidad,
en un tiempo que a muchos les da por calificar como posmoderno. Tal vez quienes
crecieron en “otros tiempos”, cuando los psicólogos creían en Freud y los
sociólogos en Marx, pueden pensar que las nuevas generaciones crecen en una
gran libertad, sin reglas y hasta cierto punto sin obligaciones éticas o
morales; más que libertad, libertinaje, dirían los abuelitos. Nada más lejano
de la realidad. Quizá lo que habría que pensar es cuál es el papel que la
suprema instancia ética de nuestra persona, lo que Freud llamaba el Super-Ego,
juega en nuestras decisiones.
Ya desde
mediados del siglo pasado, Jacques Lacan replanteó el papel de este Super Ego.
No solo es la instancia que prohíbe gozar (como en los típicos casos analizados
por Freud en la Europa victoriana, donde la miseria de las personas radicaba en
que no se atrevían a gozar porque el Super Ego se los prohibía), sino también
convierte el gozo en un mandato. El imperativo del goce sería, esa voz que no
nos llama sutilmente a disfrutar de la vida, sino que nos hace ver esto como
una obligación… Si no gozas ¿para qué vives entonces? YOLO…
Disfrutar
de la vida no es el resultado de nuestros esfuerzos, tampoco una bendición de
Dios… Es nuestra única obligación. Estamos obligados a ser felices, y si no lo
somos, nos sentimos culpables. Hace algunas décadas, un o una joven bien podría
hablar con su mejor amistad, o inclusive acudir con la autoridad religiosa más
próxima, y confesar que había tenido relaciones con su pareja, experimentando
en mayor o menor medida una sensación de culpabilidad. Y estas personas
indudablemente siguen existiendo, pero a muchas otras, la culpabilidad les
viene del otro extremo, si un joven termina después de algunos meses una
relación en la que no hubo contacto sexual, es muy probable que se sienta
culpable por no haber disfrutado lo suficiente de su sexualidad. Hace algunos
años era común que la gente tuviera el temor de llegar a la vejez y ser pobre,
por lo que trabajaba y ahorraba casi compulsivamente toda su vida, quien saber
que tan honestamente; hoy nuestro mayor temor es haber llegado a viejos sin
disfrutar lo suficiente de la vida, por eso nos da miedo privarnos de las cosas…
¿Es parte natural de la juventud,
es la etapa de querer comerse el mundo? No estoy seguro, pero de lo que si
tengo plena seguridad es de que hay una instancia que no puede salir perdiendo
de nuestra búsqueda compulsiva de los placeres y de la felicidad: el mercado.
Sobre la relación entre el actual capitalismo de mercado y el imperativo del
goce, Slavoj Zizek ha ahondado bastante, así que no me extenderé. Pero dentro
de este orden simbólico que nos obliga a ser felices ¿Existen alternativas?
Curiosamente este filósofo esloveno ubica la posibilidad de pensar diferente no
solo en el psicoanálisis y en Marx, sino en una tradición religiosa mucho más antigua,
a pesar de ser ateo. Tal vez tenga algo de razón, y para los que nacimos en el
hemisferio occidental, una posible salida de este atolladero se encuentre en el
cristianismo. Espero escribir sobre el asunto… Jean Paul Sartre decía que cada hombre
es lo que hace con lo que otros hicieron de él… Tal parece que a muchos de
nosotros nos enseñaron a decir YOLO ¿Qué podemos hacer con eso, si en el fondo
la frase tiene razón y solo vivimos una vez? ¿Buscar compulsivamente el gozo y
la felicidad es la única forma legítima de vivir?
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