domingo, 8 de septiembre de 2013

YOLO, o el imperativo del goce

Durante el último semestre que estuve frente a grupo me llamó la atención que mis alumnos de bachillerato utilizaban esas mucho esas siglas, al principio no entendía por qué, al igual que tampoco sabía que significaba “hipster” y demás cosas de las “nuevas generaciones”. Una vez, con una mezcla de inocencia y orgullo, me explicaron que eran las siglas de “you only live once” (iba a preguntar si tenía algo que ver con the strokes, pero se notaba que quien me daba la amena explicación no tenía idea de quienes son ellos), y que era como una manera de decir ¿Por qué no hacer “x” o “y” cosa, si solo vivimos una vez? Bien podría ser el anglicismo equivalente a la frase de los mirreyes “equis, somos chavos”, o una actualización del clásico de los 90´s de Mónica Naranjo. Lo que me llamó aún la atención, fue que otro alumno presente, debo decir, uno de los más brillantes, al menos en historia, dio una descripción desde otra perspectiva: es como un pretexto para hacer pendejadas…
                 Creo que YOLO es el mejor ejemplo de cómo opera nuestra psique (una forma elegante de llamarle al alma) en la actualidad, en un tiempo que a muchos les da por calificar como posmoderno. Tal vez quienes crecieron en “otros tiempos”, cuando los psicólogos creían en Freud y los sociólogos en Marx, pueden pensar que las nuevas generaciones crecen en una gran libertad, sin reglas y hasta cierto punto sin obligaciones éticas o morales; más que libertad, libertinaje, dirían los abuelitos. Nada más lejano de la realidad. Quizá lo que habría que pensar es cuál es el papel que la suprema instancia ética de nuestra persona, lo que Freud llamaba el Super-Ego, juega en nuestras decisiones.
                Ya desde mediados del siglo pasado, Jacques Lacan replanteó el papel de este Super Ego. No solo es la instancia que prohíbe gozar (como en los típicos casos analizados por Freud en la Europa victoriana, donde la miseria de las personas radicaba en que no se atrevían a gozar porque el Super Ego se los prohibía), sino también convierte el gozo en un mandato. El imperativo del goce sería, esa voz que no nos llama sutilmente a disfrutar de la vida, sino que nos hace ver esto como una obligación… Si no gozas ¿para qué vives entonces? YOLO…
                Disfrutar de la vida no es el resultado de nuestros esfuerzos, tampoco una bendición de Dios… Es nuestra única obligación. Estamos obligados a ser felices, y si no lo somos, nos sentimos culpables. Hace algunas décadas, un o una joven bien podría hablar con su mejor amistad, o inclusive acudir con la autoridad religiosa más próxima, y confesar que había tenido relaciones con su pareja, experimentando en mayor o menor medida una sensación de culpabilidad. Y estas personas indudablemente siguen existiendo, pero a muchas otras, la culpabilidad les viene del otro extremo, si un joven termina después de algunos meses una relación en la que no hubo contacto sexual, es muy probable que se sienta culpable por no haber disfrutado lo suficiente de su sexualidad. Hace algunos años era común que la gente tuviera el temor de llegar a la vejez y ser pobre, por lo que trabajaba y ahorraba casi compulsivamente toda su vida, quien saber que tan honestamente; hoy nuestro mayor temor es haber llegado a viejos sin disfrutar lo suficiente de la vida, por eso nos da miedo privarnos de las cosas…

¿Es parte natural de la juventud, es la etapa de querer comerse el mundo? No estoy seguro, pero de lo que si tengo plena seguridad es de que hay una instancia que no puede salir perdiendo de nuestra búsqueda compulsiva de los placeres y de la felicidad: el mercado. Sobre la relación entre el actual capitalismo de mercado y el imperativo del goce, Slavoj Zizek ha ahondado bastante, así que no me extenderé. Pero dentro de este orden simbólico que nos obliga a ser felices ¿Existen alternativas? Curiosamente este filósofo esloveno ubica la posibilidad de pensar diferente no solo en el psicoanálisis y en Marx, sino en una tradición religiosa mucho más antigua, a pesar de ser ateo. Tal vez tenga algo de razón, y para los que nacimos en el hemisferio occidental, una posible salida de este atolladero se encuentre en el cristianismo. Espero escribir sobre el asunto… Jean Paul Sartre decía que cada hombre es lo que hace con lo que otros hicieron de él… Tal parece que a muchos de nosotros nos enseñaron a decir YOLO ¿Qué podemos hacer con eso, si en el fondo la frase tiene razón y solo vivimos una vez? ¿Buscar compulsivamente el gozo y la felicidad es la única forma legítima de vivir? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario