sábado, 10 de septiembre de 2016

Pactar con el diablo



En 1929 la Santa Sede firmó un concortado con el gobierno de Benito Mussolini. Esto no sólo le permitió existir como un Estado (ahí el origen de la Ciudad del Vaticano), sino que también se le respetaron muchos de los privilegios que había tenido en los buenos tiempos de la Europa cristiana. No tardó mucho en firmar un pacto similar con el gobierno del Tercer Reich, unos años más tarde. Tardó un poco más en arrepentirse y reconocer que, aliarse con el fascismo, era uno de sus mayores errores. Pero no se trató solo de un error de cálculo, en países como Austria, España, Portugal, y en la región croata de Yugoslavia, se dio una afinidad casi natural entre catolicismo y fascismo. El temor a la revolución comunista hizo que muchos católicos vieran en este posicionamiento político una alternativa tanto a la izquierda como al capitalismo liberal, ese perverso sistema que disuelve todo lo sólido en el aire, incluyendo las creencias, tradiciones, familias...

En México la relación entre catolicismo y fascismo fue más compleja. Uno de los mayores admiradores de Mussolini fue Tomás Garrido, gobernador de Tabasco, reconocido por su anticlericalismo (ahí sí se quemaron iglesias y se persiguió más o menos sistemáticamente a creyentes y ministros de culto), y por su grupo de choque, los "camisas rojas", quienes eran algo así como la versión mexicana de las "camisas pardas" italianas. Por otro lado, la filiación fascista de muchos católicos no fue secreta, en especial en grupos como la Unión Nacional Sinarquista (llamados "fascistas con huaraches") pero también de algunos de los fundadores del PAN... Ni siquiera el PNR se salva. Dicen las malas lenguas que cuando Lázaro Cárdenas expulsó a Plutarco Elías Calles del país, éste estaba leyendo "Mi lucha", y que estando exiliado en San Diego, se puso en contacto con los fascistas españoles para intentar darle un golpe de estado a Cárdenas, a quien acusaba, al igual que católicos y panistas, de ser un "comunista". Además de la derecha y la izquierda que se organizaban públicamente, las filiaciones fascistas se notan mejor en los grupos secretos, y es ahí donde ha permanecido hasta nuestros días. 


En los años 30, durante el período de entreguerras, el padre general de los Jesuitas, Wlodimir Ledóchowski, propuso que la Europa del este que aún era católica, como su natal Polonia, debía convertise en un Yunque que resistiera los martillazos que el comunismo soviético lanzaba sobre Occidente. No pasó mucho antes de que un jesuita mexicano, que mientras estuvo en Guadalajara creó una organización conocida como "los tecos", fundara en Puebla una organización similar de la que todos hemos oído hablar...

Heredera de la geopolítica de los años 30, oculta entre las sombras debido a la relación oficiosa que el gobierno y la iglesia mexicana establecieron a partir de los años 40, y fortalecida durante la Guerra Fría debido al temor que las élites mexicanas tenían sobre "el comunismo", hay una derecha mexicana que ha sido y es católica y fascista. La más intransigente dijo que la Santa Sede está vacante desde de Juan XXIII, pues según ellos, el Concilio Vaticano II fue resultado de la infiltración de un judío para destruir la iglesia. La que es políticamente correcta, ha permanecido dentro del redil, haciendo jugosos negocios (sí, muchos son exitosos empresarios) mientras lee a Salvador Borrego, apologeta mexicano del nazismo; financía a grupos como el Opus Dei, cuya universidad le dio el título a nuestro presidente con todo y una tesis plagiada; o a los Legionarios de Cristo, quienes de no ser porque el escándalo se les salió de las manos, habrían beatificado a un toxicómano y pederasta. Con las recientes movilizaciones de católicos defendiendo a la familia, por primera vez en muchos años, el Episcopado mexicano parece haberle dado luz verde a estos grupos para salir de las sombras "a hacer lío".

No me gusta generalizar. No creo que el catolicismo, ni siquiera el mexicano, sea intrínsecamente fascista, ni que todas las personas que salieron a marchar por la familia lo sean. Lo que me preocupa es que, en un intento desesperado por defender un mundo "solido" de valores y tradiciones, aún y cuando este nunca haya existió fuera de nuestra imaginación, y asustados por una propaganda mentirosa (un obispo dijo una vez que se buscaba aprobar el aborto a los 9 meses de embarazo...), estén resucitando a un cadaver político que, aunque me cuesta decirlo, me asusta mucho más que el PRI. Un cadaver fascista que esperaba la oportunidad de ser revivido, y que parece haberla encontrado en la debilidad del régimen actual, y que se entiende a la perfección con otra derecha, una venida del norte, que disfrazada de "evangelio" no tiene empacho en bailar sobre la tumba de todos los protestantes que lucharon por construir un estado laico. Esa derecha que por poco y gana la alcaldía de mi ciudad natal, lanzando como candidato a un militar torturador. Solo espero que, en unos años, quienes hoy marchan por la familia no deban reconocer que, como sucedió hace más de medio siglo, cometieron uno de sus mayores errores al pactar con el fascismo.

sábado, 27 de agosto de 2016

¿Nos acompañas a la marcha?

- Oye, Chuy. ¿no nos vas a acompañar a la marcha en favor la familia?
- No, no puedo, tengo cosas más importantes que hacer este sábado.
- Pero ¿Qué hay más importante que defender esta institución fundada por Dios? ¿Acaso no recuerdas que, como dijo San Juan Pablo, "el futuro de la humanidad se fragua en la familia"?
- Voy a visitar a doña Beta, la mamá de Marta y María. Se siente muy sola desde que su hijo Lázaro murió.
- Ah, sí. Recuerdo que te aventaste casi una homilía en su funeral. Dijiste que no había muerto sino resucitado... Muy emotivo para la familia de un pecador que murió de Sida. El ánimo de todos se levantó. Una señora, que no estba muy bien de sus facultades mentales, dijo que hasta Lázaro se levantó del ataúd de lo bonitas y fuertes que fueron tus palabras... Ya sabes, las cosas que inventa la gente. Pero acuérdate de que se armó un escándalo cuando le dijeron al padre que llegó después sobre eso que "predicaste", porque solo los Santos pueden llegar directamente al cielo, y pues, él no fue muy santo que digamos. Solo por eso deberías darte la vuelta, para que la gente no ande hablando mal de tí. ¿Qué les voy a decir? ¿que andas con una familia de dudosa moral en vez de marchar con tu iglesia?
- ¿Quiénes son mi familia? En estos momentos, esa madre soltera, con dos hijas y un hijo fallecido, son mi familia. Esas familias disfuncionales a las que les han robado a sus hijas y les han desaparecido a sus hijos... Además, te recuerdo que o tampoco vengo de una familia muy "normal" que digamos...
- Que barbaridades dices. Parece que se te olvida el cuarto mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre.
- A veces pienso que los que se escudan en honrar a su padre y a su madre, a "la familia", para discriminar y excluir a quienes no viven de acuerdo a su moral, no podrán ser ser parte del Reino...
- Y dale con otra vez, Chuy. ¿estás diciendo entonces, que el que no odie a su padre y a su madre no es digno del Reino? Por eso no le caes bien a nadie... ¿Sabes? Creo que fue un error invitarte a la marcha por la familia. Entiendo que critiques a un sistema económico injusto, y que te digan comunista, pero ponerte del lado de esa gente desviada que nos quiere imponer la ideología de género, eso ya es demasiado. Pero ¿sabes que? No te necesitamos. La iglesia y la biblia nos respaldan. Es más, hasta nuestros amigos que se hicieron evangélicos nos van a acompañar. Esta es una buena oportunidad para dejar de lado nuestras diferencias y reunirnos por lo que de realmente importa. Pero, de verdad, me preocupas, parece que te dedicaras no a unir a las familias sino a dividirlas... O al menos eso pasó cuando tus amigos y amigas "salieron del closet". Pero total, tu que sabes de teología moral, se me hace que ni la biblia lees...

Chuy ya no respondió. Pagó su cerveza, se despidió y se fue. Ese sábado, mientras muchos salían a las calles a defender la familia natural, se dedicó a lo de siempre, pasó el día con sus amigos: delincuentes, prostitutas, gays y lesbianas, enfermos de VIH, madres solteras, borrachos y uno que otro drogadicto. La gente siguió hablando mal de él. Esa invitación había sido la última esperanza de sus amigos, los buenos cristianos, de poderlo regresar al redil de la sana doctrina. Unos decían que era un ateo comunista; otros que seguro era gay y que por eso quería tanto a Juan, su amigo medio "afeminado"; otros que se estaba acostando con su amiga María, la que decían que había sido prostituta, otro chisme... En la iglesia no lo extrañaban, pero algunos temían que un día lo fueran a "levantar" por andarse metiendo en problemas. Pero eran tantos los desaparecidos y asesinados en ese tiempo que, aún si eso ocurriera, el que alguien lo recordara después de muerto habría sido un verdadero milagro.

lunes, 25 de abril de 2016

En una manifestación

Estaba por iniciar la manifestación. Eran las dos y media de la tarde y el calor amenazaba con hacerse presente. Estábamos cerca del monumento a la revolución, un edificio extraño, pensado inicialmente para ser la sede el congreso, y del que cuentan que hace unos ochenta años, la gente se trepaba para robarse sus varillas y otros metales. Nunca me ha quedado claro que representa o qué debería representar. Buscábamos algo de sombra y un lugar donde pudiéramos comprar agua. El Oxxo estaba cerrado, como siempre ocurre en las manifestaciones, seguramente porque la compañía de seguros se los exige para indemnizarlos en caso de que los “anarcos” rompan sus vidrios, lo grafiteen o le lancen una bomba molotov. Había mucha gente, no me atrevo a decir que de todas las clases sociales y generaciones, pero poco faltaba. El color morado y las consignas, unas más radicales que otras, nos unían en una causa común, o al menos eso queríamos creer: todos estábamos en contra de la violencia machista. Como siempre, el movimiento está lejos de ser homogéneo, lo cual dará pie a más de un nefasto para decir que se trata de puro argüende de las “feminazis”… Muchos llevaban perros, lo que inevitablemente me hizo recordar una de las pláticas de comedor con mis compañeros “en mis tiempos no sobreprotegíamos a los perros, al contrario, nos teníamos que cuidar de ellos”. Sin duda, los tiempos cambian.

Entre la masa de mujeres y hombres, ONG’s, colectivos y contingentes estudiantiles, me llamaron profundamente la atención tres señoras que por un momento estaban a nuestro lado. Todas pasaban de los 50 años, llevaban cabello corto y falda larga; no fue hasta que pude ver la insignia que colgaba del pecho de una de ellas que me di cuenta ¡Eran religiosas! Más interesante aún, llevaban consigo unas cartulinas rotas con las que se echaban aire. Pude ver que del otro lado, el oculto, esas cartulinas tenían escritas referencias a “la familia” y una decía “Pro-vida”. Entonces se me ocurrieron algunas posibles historias sobre cómo y por qué ellas habían llegado ahí con esas cartulinas.

La primera era una que bien habría sido objeto de encabezados en periódicos, revistas y blogs de las derechas religiosas: así como los grupos pro-vida de Colima la semana pasada, ellas habrían salido a la calle para defender los valores tradicionales y queridos por Dios, ante la inmoralidad que una ideología tan infame como el feminismo representaba para un país como México. Entonces, un grupo de “feminazis” se habrían lanzado contra ellas quitándoles sus pancartas y rompiéndolas. Y estas tres señoras, con la superioridad moral con la que todo buen creyente debe ver a los enemigos de la fe, las bendijeron y oraron por ellas, al tiempo que recogieron con tristeza sus cartulinas "Pro-vida", cuya única utilidad ahora era la de refrescarlas ante el ardiente sol; solo descansaban antes de regresar a casa. Pero no, no había angustia en sus rostros ni señales de una batalla espiritual de semejante envergadura, más bien parecía que se sentían como en casa.

Entonces pensé en una segunda historia. Estas religiosas eran feministas. Así como Sor Juana de catolicadas, o las que atienden a una comunidad LGBT acá en Coyoacán. Pero no eran unas religiosas feministas cualquiera, lo eran pese a la oposición de su congregación. Algo así como los amigos religiosos que tengo, que aunque su corazón está a la izquierda, viven con gente de derechas que gozan cuando las familias de alcurnia los invitan a comer y beber vino un domingo después de misa. Eso explicaría el origen de las cartulinas: las llevaron para que les dieran permiso de salir y no causar un escándalo innecesario en su casa. Cuando estaban dentro de la marcha, rompieron las pancartas "Pro-vida", convirtiéndolas en algo más útil para un día como ese. Un día después me inclino por la segunda historia, aunque seguramente las cosas sucedieron de otra manera a cómo la imagino, pues las encontramos algunas cuadras más adelante, sobre el paseo de la reforma ¡Entonces sí iban a la marcha! Supongo que, por un momento, el agonizante hombre de fe que aún queda dentro de mí se sintió menos solo, aunque no nos hayamos dirigido la palabra.