Si bien se trata de un asunto
complejo sobre el que no estoy en posición de acusar o defender, me preocupa
que uno de los argumentos con los que se suele defender a “Mamá Rosa” es: "Se
fijan solo en lo malo, pero no en todo lo bueno que hizo".
Si la única forma en que desde
esta perspectiva debemos juzgar a una persona (pienso que más que a una
persona, deberíamos de juzgar sus actos) es poniendo en una balanza sus buenas
obras y sus malas acciones, entonces, significa que de tener un cúmulo de obras
buenas ¿debemos dispensarle lo malo que ha hecho? ¿Obrar bien nos da crédito
para hacer el mal o equivocarnos en perjuicio de otros? Lo primero que habría
que objetar ante eso es que se trata de una noción religiosa (Dios pondrá en
una balanza nuestras buenas y malas acciones al momento de juzgarnos), que no
debería de incidir en el marco de un Estado laico que haga valer los derechos
humanos de las víctimas. Hacer obras de caridad no nos hace inmunes de
violentar los derechos de otros, aún y con buenas intenciones de por medio.
Pero yendo un poco más allá, como
católico me preocupa que detrás de este argumento se esconde una noción en la
que podemos negociar con Dios, pero no cómo lo hizo Abraham intentando evitar
que Sodoma y Gomorra fueran destruidas con todo y la gente inocente que en
ellas vivían, sino en un sentido perverso. Hacer buenas obras y dar caridad a
los pobres serían entonces una licencia o crédito para pecar, siempre y cuando
nuestras buenas acciones sobrepasen en cantidad o calidad a las malas. Esta
lógica es la que podría explicar en última instancia la “caridad” practicada
por las élites capitalistas, legales o ilegales, pues aquí entrarían hasta los
narcotraficantes. Así, como creyente me es sería lícito dejar desempleados a numerosos
trabajadores si cada diciembre dono cobijas a un albergue con mi aguinaldo,
participar en juicios que envían a la calle a familias completas si entrego más
del 1% que la iglesia me exige como diezmo, o hasta dedicarme al narco con
todas sus implicaciones si con mis ganancias construyo un templo, una escuela y
hasta un hospital; dar aspirinas con la mano izquierda mientras doy cianuro con
la derecha. Y lo que más me preocupa, es que este fue exactamente el mismo
argumento con el que hace algunos años, algunos intentaron defender a Marcial
Maciel.
Repito, mi crítica no es hacia
esta persona sino hacia la forma en la que ha sido defendida, pues a final de
cuentas, el mayor culpable por omisión, el Estado, viene saliendo impune no
solo del juicio legal, sino también del mediático y popular. Quizá habría que
recordar la frase de Helder Cámara: “Cuando doy de comer a los pobres me llaman
santo, cuando pregunto por qué son pobres me llaman comunista”, sin perder de
vista que siempre habrá quien nos brinde su “caridad” para ayudar a los pobres,
pero los benefactores (Estado, empresarios, narcotraficantes) probablemente habrán
de molestarse si hacemos la segunda pregunta.